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sábado, 22 de junio de 2013

No te lo vas a creer, Sophie Kinsella


Has tomado una copa de más y hablas por los codos, sin parar,
 y cuando por fin levantas la vista, unos ojos oscuros y penetrantes te 
observan atónitos, fascinados y... ¡muy interesados! 

Después de asistir en Glasgow a una desastrosa reunión de trabajo 
y de tomarse un par de vodkas, ¿o fueron tres?, para levantar 
el ánimo e infundirse valor, Emma Corrigan se sube por 
fin al temible artefacto volador para regresar a Londres. El vuelo resulta 
especialmente movido; algunos pasajeros gritan, las azafatas se 
abrochan los cinturones con caras lívidas, y Emma se agarra
 desesperadamente a los brazos de su asiento. Presa del pánico,
 de su boca empiezan a brotar todos sus secretos, sus sueños 
más ocultos y sus deseos más inconfesables, que van a parar 
a oídos del silencioso pasajero que, inmutable, la escucha
 sentado a su lado. Emma no se deja nada: desde el día en 
que perdió la virginidad hasta la nota de matemáticas que 
falsificó en el currículum, pasando por lo incómodo que le parece el tanga. 


Pero este mal trago no será nada comparado con lo que le 
espera el lunes en la oficina, donde corre la voz de que el 
presidente de la megacorporación americana para la que trabaja 
se encuentra de visita en la sede londinense. En medio del 
nerviosismo general, Emma decide acercarse a la máquina 
de café del pasillo y se cruza con la comitiva que acompaña al gran jefe...


(Actualizado 26/07/2013)

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